En una España imperial previa al mundo barroco del siglo de Oro;
en una España que, como en el resto del mundo, las mujeres seguían estando
recluidas en un universo muy restringido, nació María de Zayas. Fue algo más
que una novelista excelente. Con un atrevido feminismo para su tiempo, se
atrevió a alzar la voz a favor de la inteligencia femenina.
Escritora prolífica, María de Zayas Sotomayor solamente la podemos
conocer por sus textos. Poco o nada se sabe de su vida privada. Solamente que
nació el 12 de septiembre de 1590 y que era hija de Fernando de Zayas y
Sotomayor y María de Barasa. Su padre, capitán de infantería, se había
trasladado con su familia a Nápoles siguiendo al conde de Lemos a quien servía
como caballero. A lo largo de su vida viajó por diversas ciudades españolas
pero desconocemos si se casó y mucho menos si tuvo hijos.
Autora de novelas amorosas (Novelas amorosas y ejemplares o
Decamerón Español y Desengaños) siguiendo la influencia directa de Cervantes o
Bocaccio, María de Zayas llenó sus textos de historias atrevidas sobre mujeres
que cuestionaban conceptos tan machistas como la honra.
Junto con Sor Juana Inés de la Cruz, María de Zayas se puede
considerar como una de las primeras feministas de la historia de España. María
de Zayas se atrevió a defender la dignidad femenina asegurando que el alma no
era ni hombre ni mujer. Fue incluso más allá y afirmó con contundencia que las
mujeres no eran cultas no por falta de capacidades intelectuales sino por falta
de oportunidades.
Si les dan libros y profesores en lugar de tela, bastidores y
almohadones, [las mujeres] estarían tan capacitadas como los hombres para
ocupar puestos de gobierno y cátedras universitarias y quizás incluso más.
Olvidada durante muchos años, ya en el siglo XIX, otra escritora,
Emilia Pardo Bazán, reivindicó la obra y las ideas de María de Zayas, una mujer
adelantada a las ideas de su tiempo.
María de Zayas muestra al lector barroco un tipo de mujer
emancipada que poco tiene en común con el que se propugna desde el humanismo.
La libertad de acción, el componente erótico explícito y la impunidad de las mismas
ante el adulterio o el asesinato que cometen, podrían considerarse como una
transgresión en la jerarquía tradicional entre esposo y esposa, y en general en
el patriarcado que marca su época.
La voz de María de Zayas se alza en la sociedad del siglo XVII
donde la mujer estaba destinada a casarse, a obedecer y honrar a su marido, y
donde leer o escribir no solo eran tareas secundarias sino que a veces se
consideraban un peligro.
La autora combate las posturas misóginas que aumentaron con la
Contrarreforma en una sociedad patriarcal en la que la valoración de la mujer
se cifra en la conservación de la virginidad y el cumplimiento de sus deberes
como esposa.
En las Novelas amorosas y ejemplares las protagonistas
son mucho más activas y luchan con determinación para recuperar su honor y el
amor. Para conseguir mayor libertad de acción no dudan en disfrazarse, pues
desde su papel de hombre pueden llegar a vivir múltiples aventuras y
penalidades.
En este ambiente de libertad en que se mueven los personajes femeninos,
Zayas no duda en mostrar una sexualidad explícita. La originalidad de Zayas se
encuentra en mostrar el erotismo femenino.
Por otra parte, las protagonistas de las Novelas
manifiestan sus inquietudes y deseos, algo que está excluido en la novela tradicional.
En efecto, el “marco” que ofrecen las Novelas al estar
alejado de la realidad política y social de la España del momento permite esas
licencias a sus protagonistas. Recordemos que en el siglo XVII la
Contrarreforma y determinados sectores políticos y socioeconómicos son
responsables de someter a la mujer a la figura del hombre. El papel de las
mujeres queda relegado a un plano doméstico y esto conlleva la anulación
cultural.
Estas protagonistas
destacan por sus actuaciones autónomas, la libre expresión de sus deseos
y ciertos comportamientos varoniles. Sin embargo, en lugar de quedar
ensombrecidas por los adulterios o vicisitudes amorosas salen engrandecidas por
su capacidad de determinación y la restauración del honor por sí mismas.
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