¿Quién es Isabel I la Católica? Isabel
nació en el año 1451 en Castilla. Su madre, Isabel de Portugal, se encontraba en
el Madrigal de las Altas Torres donde dio a luz a su primer vástago. Este sería
el segundo hijo del rey y padre de Isabel, Juan II de Castilla, ya que este
tenía otro hijo, Enrique, el cual sería rey tres años después de esto. La princesa no estaba destinada a ser
reina. Dos años después nacería en Tordesillas su hermano Alfonso.
Tras haberse quedado
viuda su madre, ellas junto a su hermano Alfonso, nacido dos años después de
ella, se trasladaron al castillo de Arévalo con unos bienes que prácticamente
no tenían que ver con su posición. En el año 1461, junto a su hermano, se
trasladó a Segovia. Fue un año más tarde, cuando Enrique, el primer hijo de su padre,
tuvo a su primer hija Juana.
La dudosa paternidad de Enrique como
padre de Juana pusieron en peligro su corona. Alfonso, utilizado por los
enemigos de su hermanastro, fue proclamado rey en “la farsa de Ávila” en el año
1465. Tres años después moriría, probablemente envenenado.
Tras este intento fallido, las miradas
fueron hacia Isabel, la cual nunca aceptó ser reina mientras su hermano
estuviera vivo. A pesar de esto, si que aceptó ser nombrada Princesa de
Asturias en el año 1468. Esto daba a pasar a la relegación de Juana como hija legítima
de Enrique dando razón así a los que dudaban de su paternidad. Aún así, Isabel
tuvo que aceptar una decisión importante, sólo podría casarse previo
consentimiento del rey, su hermano.
De esta manera, en 1469 firmó las
capitulaciones matrimoniales con
una supuesta bula papal con su primo Fernando, hijo de Juan II de Aragón. Todo
esto se hizo con desconocimiento del rey. Mientras Isabel escapaba a la
estricta vigilancia de Juan Pacheco, Fernando viajaba hacia tierras castellanas
disfrazado de mozo de mula de un grupo de comerciantes. El
19 de octubre de 1469 Isabel y Fernando se casaban en Valladolid.
Fernando e Isabel
formaban una pareja excepcional y cada uno reinaría en su territorio y ambos se
complementarían en el gobierno de sus reinos. Además, su casamiento supondría
en el futuro una unión de facto de dos coronas peninsulares y abrían el camino
para una futura unión de toda la Península en manos de su bisnieto Felipe II.
Enrique IV, tras
enterarse, no aceptó la unión e intentó disolverla aduciendo que no existía
ninguna bula papal que la bendijera. Pero el Papa Sixto IV hizo pública una
bula que alejaba toda duda sobre su legalidad. El rey ofendido decidió entonces
volver a nombrar a su hija Juana heredera de Castilla y casarla con el rey
portugués Alfonso V.
El 11 de diciembre de 1474 moría Enrique IV, quien pasaría a la historia con el triste apodo de “El
impotente”. Tan sólo dos días después, y defendiendo su derecho al trono,
Isabel salió decidida del Alcázar de Segovia en dirección a la Iglesia de San
Miguel y se proclamaba a sí misma reina de Castilla.
Isabel gobernó de
manera estricta su nuevo reino. Alejó a los nobles del poder, mejoró la
administración del reino, saneó sus finanzas e hizo mejorar la seguridad de sus
súbditos con la creación de la Santa Hermandad. Quiso transmitir su profunda fe
a su reino. El Papa Alejandro VI le otorgó a ella y a su marido el título de Reyes
Católicos mediante la bula Si
convenit en diciembre de
1496. Una fe que la llevó a instaurar el Tribunal de la Santa
Inquisición primero en
Castilla y más tarde en Aragón, a firmar el decreto de expulsión de los judíos
y terminar la reconquista iniciada siete siglos atrás con la toma de Granada.
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