Como ocurría con Enrique IV,
la sucesión al trono puede desencadenar conflictos que a su vez originen
guerras. En torno a su sucesión se formaron dos bandos: el de Juana y el de
Isabel, que acabaron enfrentándose en el campo de batalla. En caso de que
exista más de un candidato al trono, los cortesanos se moverán para
salvaguardar sus intereses intentando llevar la sucesión a su terreno. La
herencia de la Corona no es un hecho aislado que recaiga en una persona, el o
la heredera, sino en los bandos que se fraguan en torno a la misma.
Isabel la Católica era la
cuarta en la línea sucesoria y por encima de ella se situaba su hermano menor,
Alfonso, y sus posibles descendientes, aunque no llegó a tenerlos. Con lo cual,
las mujeres sí pueden acceder al trono pero siempre por detrás de los varones.
Entre Juana e Isabel no había ningún candidato varón y la sucesión se disputó
entre ambas.
La primera línea sucesoria la
ocupará el primogénito del Rey, varón, y después, el resto de hijos e hijas. De
no existir candidatos en esta primera instancia, los hermanos y hermanas del
Rey conformarán la segunda línea sucesoria. Y de no haberlos tampoco, los
sucesores serán familiares del monarca por grado de proximidad. La ley que
regula estos casos es la Ley de Agnación Rigorosa que sitúa a las mujeres
detrás de los varones en la sucesión, independientemente de la edad.
Felipe V cambiaría estas
reglas en 1713 con la aprobación de la Ley Fundamental de Sucesión. Esta ley
establecía la preferencia de los varones en la sucesión tanto en la línea
principal –hijos e hijas- como en la lateral –hermanos o sobrinos-. Es decir,
cualquier hija de monarca queda casi excluida de la sucesión ya que las mujeres
quedan relegadas al final de la cola. Esta ley también es conocida como Ley
Sálica.
La segunda Isabel de España
pudo heredar la Corona por la Pragmática Sanción, aprobada por Carlos IV para
derogar la Ley Fundamental de Sucesión. Aunque la pragmática no fue
anunciada hasta Fernando VII, que quería que fuera su hija heredara y no su
hermano Carlos. Así se restablecía el sistema de sucesión tradicional de las
Siete Partidas por el que las hijas tienen preferencia por encima de los
varones de líneas de sucesión laterales.
Este sistema es el que
actualmente rige la sucesión a la Corona en España: primero, los descendientes
con prioridad de los hombres sobre las mujeres y segundo, hermanos o sobrinos.
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